viernes, 20 de mayo de 2011

La cuestión de Oriente en el siglo 21

Las revoluciones árabes que se han producido en los últimos meses, han hecho resurgir la cuestión de oriente en el siglo XXI. Efectivamente, si en el siglo XIX las potencias intervinieron en Oriente para evitar el colapso de un gigante en descomposición, el imperio Otomano, hoy nos encontramos confrontados con la caída de las satrapías que se habían consolidado tras la descolonización y garantizaban un statu quo de estabilidad en la región.

Del Atlas al estrecho de Ormuz se ha desatado un tsunami revolucionario de carácter popular. La sociedad reclama libertad, derechos civiles, oportunidades y democracia. El envite es grande, pues de un modo inesperado, se puede realizar el malogrado sueño del presidente Bush Junior, unas sociedades árabes democráticas.

Sin embargo existen graves riesgos. ¿Cómo evitar que los islamistas se apoderen de la revolución como sucedió en Irán en 1979? Tampoco podemos olvidar que hay escenarios peores como una guerra civil en Libia o Siria o el establecimiento de gobiernos hostiles a occidente como en Barhein.

La posición de EEUU se mantiene clara. Obama teme ser etiquetado como un Jimmy Carter 2, paradigma de la debilidad política y la indecisión. Su modelo es Wilson with teeth (termino acuñado acertadamente por la revista foreign affairs), es decir Idealismo respaldado por una fuerza militar contundente .En Egipto, la actuación de la administración Obama ha sido muy eficaz. Se ha encarrilado un proceso de transición ordenado, custodiado por el ejército que garantiza la seguridad de Israel y de los intereses americanos en la zona.  Una democratización basada en el pluralismo político, con alternativas de partidos  políticos moderados con figuras como Mohamed Al Baradei.


El caso de Libia es muy diferente. EEUU no tiene intereses capitales en Trípoli. Sin embargo, Europa sí. Por otro lado, como ha afirmado Gustavo de Arístegui se trata de un país sin instituciones ni sociedad civil porque a Gadafi le interesaba así. Una satrapía con un  fin: el latrocinio institucionalizado del gas y petróleo para su lucro personal.
La posición de la UE muestra la debilidad de la política exterior europea y despierta el fantasma de Kosovo, es decir, los americanos vuelven a resolver un asunto europeo. Europa debe adoptar una posición enérgica y clara contra un dictador que comete un atroz genocidio contra su pueblo.. La crisis libia ha demostrado que el multilateralismo eficaz legitima las acciones de la comunidad internacional e incluso les ofrece una vía para  canalizarlas aunque no sea a través del marco de la ONU.Aún asi,no hay una estrategia de qué hacer más allá de las exclusiones de espacio aéreo y evitar una tragedia como la de Sbrenica en Yugoslavia.

Los acontecimientos en el Magreb ponen de relieve lo acertado de las tesis de Nathan Saransky en “The case for democracy”. ¿Qué sociedad no anhela la libertad? Los derechos civiles son valores irrenunciables, de valor universal por encima de consideraciones culturales.

La implantación de sociedades abiertas en los países árabes constituiría el fin de ciclo a las revoluciones de 1989 que derrumbaron el comunismo. Finalmente, la democratización de los países árabes contribuiría de un modo muy beneficioso a la creación de un estado palestino viable, alejado de la propuesta de Bantustán que ofrece Netanyahu, independiente y soberano que asegure la paz a Israel.

Sin lugar a dudas, una vuelta de tuerca al debate de Bernard Lewis y Edward Said.


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